PEDRO PUDÍN DE PAN HACE DE SANTA CLAUS (un cuento para niños grandes)


Coca Cola había inventado una campaña de publicidad: tres lanzabombas iban a deponer con artillería de precisión desde el aire a los cuartos de estar de tres personas importantes tres regalitos, y al mismo tiempo proyectar al aire local contra una cortina de humo la imagen de Santa Claus. Unos minutos antes, campañas intensivas de televisión iban a anunciar los tres sucesos importantes.
A Pedro Pudín de Pan le pidieron que hiciera el papel de Santa Claus. Por supuesto se extrañó al oírlo, pero se mantenía muy quieto. Exigió que pudiera eligir tanto a las tres personas como a los tres regalitos. Coca Cola estuvo contento de que Pedro fuese a encargarse incluso de estas tareas.


En la Noche de Navidad, los tres lanzabombas despegaron a la vez, llevando el regalito, el material para hacer humo, la artillería de precisión, y el aparato de video. En tres países distintos fueron interrumpidos las emisiones comerciales para mostrar los anuncios de Coca Cola que anunciaron con claridad los buenos eventos. Pero no revelaron los nombres de las tres personas favorecidas sino envueltos en bastantes nieblas.
El primer regalito se lo dio Pedro a su cura en Maastricht. El cura estuvo rezando en la capilla, y de repente fue arrojado a su lado en el suelo un paquete cilíndrico de Navidad. Abrió el paquete con dedos temblantes, y mucho le sorprendió lo que vio: ¡un póster de una belleza en bikini! Miró a la modelo fotográfica por unos segundos, mientras fruncía las cejas y se ponían rojas sus orejas. Después llevó el póster a su escritorio y lo cortó en pedazos pequeños con la ayuda de un aparato eléctrico.


El segundo regalito fue destinado a Sadam Husein. Mientras deliberaba con el estado mayor, cayó a la mesa el paquete de Navidad. Los comensales se asustaron, pero Sadam comprendió lo que estuvo pasando: esa maniobra de Coca Cola. Gesticuló que examinaran el paquete con el aparato de detección, y después lo abrió con sus propias manos. De repente el paquete emitió un hedor de uevos podridos. Quemaron el paquete, pero esto agravó el hedor. El entero resto del día, esos hombres despedían un mal olor que se podía sentir desde lejos. Sin embargo, no se atrevía a protestar nadie.
El tercer regalito lo recibió el gobierno de la China. El parlamento estaba en sesión pública cuando de pronto entraron por las grandes ventanas abiertas unas decenas de paracaídas. Todo paracaídas llevaba una neonata feminina magnífica. Repuestos de la sorpresa, los parlamentarios sintieron grandes emociones. Algunos comenzaron llorando. Dentro de poco, todos estuvieron mimando a las nenas. Muchos les pusieron a las bébés los pañales nuevos adjuntados en los paracaídas.


La imagen de Pedro como el padre Noel había sido proyectada en el aire contra una cortina de humo en los tres lugares. No había ningún sonido, pero en todas partes la gente encontraba panfletos con anuncios de Coca Cola.
La gente de Maastricht no entendía nunca qué había recibido el cura. Corría el rumor de que debía de haber sido un mensaje del cielo. En Irak, dentro de poco todos sabían qué había contenido el paquete de Sadam. Sin embargo, los periódicos dijeron que el olor que había irradiado Sadam lo había causado la madre de todos perfumes.
En la China se le dio a la nación la orden de que desde ahora todos les dieran a los neonatos femininos y masculinos la misma bienvenida cuidadosa y alegre. A los que no lo hicieran se los iba a reprender en público.