CATECISMO CATÓLICO

por HFH Reuvers



PARÁBOLAS Y BIENAVENTURANZAS

Jesús reveló quién es su Padre, por su acción pero también por su doctrina. Nunca antes habíamos oído algo como eso, y nadie tiene que decir algo más. Hasta ahora, habíamos creído que solamente podemos emanciparnos a costa de otra gente. Celebrabamos al noble superhombre que sobre todo era fuerte y valiente. Sin embargo, cada héroe se aja después de algun tiempo. Estábamos esperando que podremos ir al Walhalla cuando nos caeremos durante una pelea, y vengarnos por siempre. Pero nuestra esperanza era en vano, porque el Walhalla no existe, o es el infierno. En cierto sentido, Jesucristo ha invertido nuestra vista sobre el mundo. En Cristo, Dios nos ha dado su servicialidad, y de esta manera puede perfeccionarnos en el cielo si aceptamos su amor.

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros." (Mateo 5, 1-12)
En los demás del Sermón del Monte oímos cómo Jesús perfecciona la ley judía porque la sustituye por la ley de amor al prójimo.

En las parábolas también, Jesús habla directamente a nuestras almas, ya que el alma es "naturalmente cristiana". En la parábola del samaritano misericordioso aprendemos que nuestro prójimo es aquel que nos ayuda cuando necesitamos ayuda. En la parábola del hijo pródigo aprendemos que Dios se alegra cuando regresamos a Él, aunque estábamos errando a lo lejos, como un padre se alegra cuando su hijo pródigo regresa al mismo con las manos vacías después de una aventura infructuosa. Etcétera.
El Evangelio es una grande lección de amor al prójimo.


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